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Para no olvidar la historia 

La película “La noche de los lápices” es un film argentino dramático-histórico del año 1986 guionado por Daniel Kon y dirigido por Héctor Olivera. Es protagonizada por Alejo García PintosVita Escardó, Pablo Novak y Leonardo Sbaraglia. En la película se narra la vida de estudiantes secundarios que luchaban por lo que ellos consideraban un derecho. Los protagonistas buscaban implementar el boleto estudiantil, para ello se reunían con otros chicos en sus mismas condiciones tratando de persuadirlos y de esta forma lograr adeptos a su idea. Se mostraban como líderes revolucionarios con una fuerte convicción y dispuestos a pelear para que sus ideas sean escuchadas. Tal es así que en una escena, los protagonistas, junto a otros estudiantes, se enfrentan con la policía cuando ésta los reprime debido a que se estaban manifestando en un espacio público. Toda esta situación se produce cuando el país aún se encontraba bajo el gobierno de Isabel Martínez de Perón. Más tarde se complica todavía más cuando el 24 de marzo de 1976 se produce en nuestro país el último Golpe de Estado a cargo de la Primera Junta Militar. Es allí donde  en la película se puede ver claramente cuando los estudiantes comienzan a ser observados hasta el momento en que son raptados de sus propias casas para ser llevados a centros clandestinos y convertirse, de esta forma, en unos de los tantos desaparecidos que dejó esta última y más cruenta dictadura.

     Este film se destaca por contar esa parte de la historia que muchos argentinos quieren olvidar, o no quieren reconocer. Se muestran escenas de tortura y de lesa humanidad con aquellas personas que, por diferentes motivos ideológicos, fueron tomados como “subversivos” por el grupo dominante de ese momento. Esto queda claramente explícito con el testimonio de Emilce Moler, sobreviviente a la Noche de los Lápices y actualmente docente y madre de tres hijos, que afirma: "Ahí estuvimos casi una semana, en las peores condiciones que se puede imaginar que un ser humano le hace a otro. Nos torturaban con todo el sadismo. Recuerdo que había un hombre enorme que me pegaba fuertemente todo el tiempo y realmente tenía frente a él a una chica desnuda, de unos 47 kilos y un metro cincuenta de altura (…) éramos vistos como peligrosos por nuestras ideas".

   La película surge poco tiempo después de finalizado el gobierno militar, con un pueblo muy sensibilizado por el otro hecho que lo golpeó tan duramente, que fue la Guerra de Malvinas, y quizás ese sea el motivo por el cual produjo tanto impacto su estreno al mostrar explícitamente la realidad. En este sentido los cineastas deben ser considerados no sólo como artistas, sino también como historiadores que contribuyen con sus obras a reivindicar la memoria colectiva.

     ¿Qué pasaría si esta película, como otras, tal como “La historia oficial”, que muestran parte de la historia Argentina, no existieran? Las nuevas generaciones no podrían conocer estos hechos reales que forman parte del legado de nuestra cultura. Por otra parte, la existencia de estas películas nos permite mantener la memoria activa y que los jóvenes puedan comprender cada 10 de diciembre a los adultos que se reúnen para celebrar un año más de democracia bajo el lema de “Nunca más”.

      No nos olvidemos que uno de los fenómenos más singulares de este siglo, es la importancia que adquirió el cine y la televisión en cuanto repercusión, y marcación de pautas en el comportamiento social. Parafraseando a Roberto Rossellini, cineasta italiano, el cine debería ser un medio como otro cualquiera, quizás más valioso que otros, de escribir la historia. La memoria y el cine confluyen en la construcción de sentidos y en la definición de determinados valores. Vinculando pasado y memoria como reflexión ideológica, se produce la identificación con el espectador al mostrar y exponer las imágenes de lo que el poder quiso y quiere silenciar.

     Los jóvenes de hoy en día nacieron y crecen en un sistema de gobierno, que si bien no es perfecto, es la mejor forma que como humanos pudimos desarrollar, ya que en ella valoramos la libre expresión y la diversidad de opiniones. A diferencia de como vemos en el film, donde los jóvenes querían hacerse escuchar y valer sus derechos, y por este motivo sufrieron las peores aberraciones y hoy forman parte de la lista de los desaparecidos.

     Podemos decir que esta película colaboró para que la memoria colectiva no sea borrada y que los hechos ocurridos en esa época sean recordados incansablemente con el fin de no volver a cometer los mismos errores como sociedad. Por eso es importante destacar que luego 40 años, en parques y escuelas de nuestra país seguimos viendo graffittis con el lema “Los lápices siguen escribiendo. 1976-2016”. Tengamos esta memoria presente para que nunca más en ningún país de esta América, veamos la sangre derramada por su calle. Para que nunca más, en ningún lugar, vuelva a haber otra Noche de los Lápices.

 Florencia Dominijanni

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