“TIENE MUCHAS MÁS COSAS QUE LAS QUE UNO RECUERDA” - Ricardo Piglia
Cineterapia nace con la función de crear un espacio para las profesionales de la crítica, aquellas personas que interpelan la obra, que desean comprenderla y desmenuzar las significaciones. Surgen discursos bajo una atmosfera que triangula entre el arte, el conocimiento y la reflexión.
Un lugar de exposición para quienes traducen los intentos de una producción en reflejar una realidad, que buscan comprender las creaciones artísticas audiovisuales, realizando íntegros análisis de ellas y que se dirigen hacia hallar los sentidos elaborados.
El enfoque está colocado en ofrecer al público una serie de películas de Argentina, basadas en hechos reales, aptas para mayores de 12 años y dedicadas hacia cualquier género. La renovación del sitio web se realiza de manera mensual y está disponible únicamente online.
En específico, se buscan diferentes perspectivas sobre los acontecimientos que surgen de un mismo país, observando cómo incide el contexto y explicitando factores que pueden tener en común.
Por otra parte, es primordial destacar que se dirige a elevar la posición de la industria del cine argentino y que pretende reivindicar las creaciones nacionales. Aquel sector que, usualmente tiene carácter prometedor pero sufre de la subestimación, del desprestigio infundado y muchas veces es relegado, ante otros emergentes productos extranjeros.
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La primera edición está compuesta por las siguientes filmografías:
✓ “Abzurdah” de Cielo Latini
✓ "El Clan" de Pablo Trapero
✓ “Gilda” de Lorena Muñoz y Tamara Viñes
✓ "La noche de los lápices” de Daniel Kon y Héctor Olivera
✓ “Wakolda” de Lucia Puenzo
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Staff: Brenda Rozenberg, Carolina Quintero, Constanza Fuertes, Florencia Dominijanni y Mariana Sardanelli.
Mucho más que una familia

El Clan es una película del cineasta Pablo Trapero estrenada el 13 de agosto de 2015 y está basada en el caso policial del clan Puccio, una familia que se dedicó a secuestrar y asesinar. Un caso que fue muy conocido y conmovió a gran parte de la sociedad durante la década de los 80 en Argentina.Trapero llevó esta historia a la pantalla grande con las actuaciones de Guillermo Francella, en el papel de Arquímedes Puccio, y Peter Lanzani como Alejandro Puccio.
Entre julio de 1982 y agosto de 1985, los Puccio era una familia de San Isidro que mantuvieron secuestradas en su casa a cuatro personas cobrando rescate por las primeras tres. A arquímedes puccio, como en la realidad, se lo muestra con un perfil frío y perturbador, en tanto al resto de la familia con un perfil más sometido y casi indistinto, exceptuando al hijo mayor Alejandro Puccio, una estrella del rugby y encargado de seleccionar a las víctimas. Se cree que los Puccio mataron a docenas de personas, pero en la película, explica Trapero en la entrevista con Infobae se concentra en cuatro casos de los años 1982, 1983, 1984 y 1985. “Eso significa que abordamos los dos últimos años de la dictadura y los dos primeros de la Democracia”, aclara.
En esta oportunidad el guión de el clan es trabajando por primera vez solitariamente por Pablo Trapero, dejando atrás el equipo que acompañó en las tres películas previas Elefante Blanco (2012), Leonera (2008) Carancho (2010).
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Trapero en esta historia, más allá de el crimen, eligió centrarse en la relación padre e hijo con el que se evidencia un padre manipulador y un hijo sometido, pero deja casi olvidado al resto de familiares en especial a Guillermo,el hijo menor de los puccio que desaparece en escena y al parecer no hay demasiada preocupación al respecto. Alejandro Puccio un joven ambicioso, encarnado por Peter Lanzani, duda de ser parte de un plan macabro ideado por su padre pero no rechaza el dinero como “recompensa” de aquel trabajo. Es una familia que prefiere “no saber” para poder mantener su estilo de vida.
Una de las pregunta que surgen alrededor del director es ¿Qué hace que todos los hijos de Arquímedes Puccio, menos Guillermo que es el único que pudo escapar, hayan quedado atrapados en ese sistema perverso, teniendo tantas posibilidades de alejarse?, Trapero declara "Buscaba algo que sirviera para involucrar afectivamente a los espectadores. Todos somos hijos, muchos somos padres y nosotros mismos, contando la historia, teníamos que estar en algún punto conectados emocionalmente con lo que narramos. Es tan atroz lo que hicieron que de otra manera iba a ser imposible seguir contándolo".
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En el film queda muy clara la autoridad y el respeto que imponía Arquímedes Puccio sobre su hijo Alejandro y es plasmado en una escena bastante llamativa donde todos en familia se encuentran cenando y sus hijos agradecen y halagan la cena de su madre, pero Alejandro no dice absolutamente nada y solo mira su plato hasta que su padre en un tono intimidador le pregunta “¿no tenes hambre?” y sin siquiera mirarlo se pone a comer y entre líneas Alejandro entiende que debe decirle a su madre lo mismo que le dijeron sus hermanos, que la cena es de su agrado y principalmente actuar “normal” ante todos.
Si en Mundo grúa ubicaba a Luis Margani en el terreno de la supervivencia laboral, y en Leonera a Martina Gusman afrontando el ámbito carcelario, en el clan también Trapero recrea la misma narración, con un padre y un hijo tras las rejas a punto de ser condenados.
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Más allá de la historia real, El clan es un relato que pone varios obstáculos a sus protagonistas, transformando su psicología en su estado originario como posible criminal y/o víctima, confundiendo y desesperando, como es en el caso de Alejandro Puccio y su intento de suicidio. Al igual que en Familia Rodante, Trapero se centra en el vínculo familiar, por ejemplo cuando veíamos a todos empujando la camioneta, y a la abuela dirigiendo detrás, en el clan pasa algo parecido- pero con un tinte tenebroso- una familia respaldando los secuestros, como es el caso de la primera escena donde se la ve la madre sirviendo la cena y arquímedes puccio le aclara que sirva más comida porque el secuestrado en cuestión, se va a “morir de hambre”.
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El vínculo familiar lo remarca a lo largo del film pero en principal la relación padres e hijos,como es en el caso de Leonera -madre hijo- donde Julia Zarate debe criarlo en la cárcel y en el clan -padre e hijo- a pesar de encontrarse también en la cárcel, son tal para cual, uno necesita del otro.
En otras de las películas de este director ,por ejemplo Nacido y criado, Trapero demuestra su talento al usar el poder de la música ,como es en el caso de la escena de sexo en la que intervienen Santiago, Roberto y Betty - prostituta del bar- con una canción litoraleña que se escucha en la radio, se contrapone directamente con el encuentro sexual entre Santiago y Milli la noche previa al accidente, y en el clan sucede algo similar, la escena de sexo de Alejandro Puccio con su novia y la de Arquímedes Puccio extorsionando a la familia del secuestrado y suena de fondo Wadu Wadu de Virus.
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Sin dudas una película intensa, donde sabemos como termina la historia pero igual en cada escena se sigue impactado por el respeto, la presencia y frialdad del protagonista hacia los hechos aberrantes que cometió, dejando en claro que las primeras víctimas fueron sus propios hijos aunque ellos terminaron eligiendo y dejándose llevar por su propia ambición. Realmente un vínculo tenebroso. Trapero pudo haberse centrado más en los crímenes, el contexto político, la relación con las víctimas y hasta haber profundizado en su esposa e hijas pero prefirió meterse de lleno en Arquímedes y Alejandro Puccio, una relación de padre hijo que tarda en romperse. Poder enfrentarse a semejante monstruo, su padre, va a llevar su tiempo y el intento de suicidio es el reflejo del flagelo que padecía..
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Cabe destacar la ambientación de la época, el paisaje, los autos, la vestimenta. Pero por otro lado en la musicalización hace ruido que en la primera escena de la película suene The Kinks en esos días posteriores a la guerra de Malvinas, donde la música popular especialmente era el rock nacional.
Para concluir sobre el film nos quedamos con una frase que usa Arquímedes Puccio en la cárcel cuando lo encierran con su hijo “ Tu libertad o tu condena dependen de mi. Si caigo yo, Alejandro, caemos todos”.
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Carolina Quintero
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